Ante el empuje de la globalización, diversos estudios muestran la conveniencia de que la respuesta locativa será determinante para insertarse en la carrera del bienestar social e individual como meta prioritaria para la competitividad. Es preciso, sin embargo, reconocer que los tejidos sociales, los esquemas de tomas de decisiones y las ventajas de estructuración urbana no han sido tocados por el fantasma de la globalización y sólo serán modificados por el empuje de organismos horizontales de discusión y análisis urbano en la esfera local. A pesar de la incorporación ventajosa a las cadenas manufactureras, comerciales y de transporte que tienen las ciudades fronterizas en el ámbito internacional, la eficiencia urbana no ha sido prioritaria, por lo que el objetivo de la planeación local ya no es la búsqueda de mayores actividades económicas, sino de las posibilidades de planear un crecimiento urbano equiparable al desarrollo en el sentido de mejorar la calidad de vida de quienes habitan estas ciudades.