En estas líneas me interesa plantear los elementos que dieron lugar al tema del conversatorio que aquí se registra, recordando que esta mesa formó parte de los eventos que El Colegio de la Frontera Norte (El Colef) ha organizado con el motivo de los festejos de sus 40 años de fundación. Este momento de la institución se caracteriza por el cambio, tanto por inscribirse dentro de las nuevas directrices del Conahcyt y del gobierno federal como por el relevo de la dirección de la presidencia con una visión de El Colef más incluyente y con un compromiso decidido con el avance de las mujeres. Una muestra de ello fue la reciente creación de la Unidad de Género, que tiene el propósito de lograr la igualdad de trato y oportunidades entre hombres y mujeres. Si bien estas tareas me parecen importantes y necesarias, coincido con la idea de que la búsqueda de la igualdad es insuficiente para transformar de fondo las formas de generar conocimiento que impliquen el reconocimiento y revaloración de lo femenino. Por ello, me interesó retomar la pregunta elaborada por teóricas feministas, como Maffia (2007), acerca de qué significa la inclusión de mujeres en la ciencia, siendo este un campo por mucho tiempo masculinizado y que parte de una cosmovisión en la que lo femenino se encuentra no solo invisibilizado, sino desvalorado por ser considerado inferior.