Italo Calvino advertía sobre la condición ajena e irreconocible de las ciudades invisibles; ciudades inventadas, imaginadas, feminizadas. Ciudades de memoria, deseos, trueque, ojos, nombres, muertos y cielos. Las ciudades invisibles son relatos, búsquedas interminables, "sueños que nacen del corazón", intercambio de mercancías, palabras, deseos y recuerdos. Italo Calvino imagina a las ciudades invisibles como referentes o puntos de partida para reflexionar sobre cualquier ciudad, provocación imposible de resistir el pensar las proxemias, narrativas, miedos y deseos que definen a Tijuana y las ciudades invisibles que le forman. Las ciudades nos habitan, activan resortes memorísticos, confrontan representaciones, invitan a reorganizarlas, a imaginarlas de otra manera, como en los relatos del viajero Marco Polo a Kublai Jan. Marco Polo advierte que las ciudades invisibles no son ciudades reconocibles, pero las memoria teje anclajes para transportarnos a nuestras ciudades vividas y recordadas, reconocernos en sus itinerarios e imaginar tramas entramados distintos a los sitios que habitamos.