El futbol, como tantos otros deportes modernos y productos británicos, se expandió de la mano de los inmigrantes ingleses durante el siglo XIX, y ya en el XX fueron millones de emigrantes/inmigrantes y los medios de comunicación de masas los que lo globalizaron. La sociedad del ocio en la era moderna le brindó los referentes y espacios socioculturales sobre los que enraizó la matriz de su práctica y aceptación. Los inmigrantes, como individuos o como colectivos, han encontrado en la práctica del futbol, así como de otros deportes, la vía para introducirse y construir diversas formas de integración en las sociedades de llegada o acogida. Millones de hombres y mujeres, de jóvenes y adultos alrededor del planeta han alimentado sus mundos de vida y se han manifestado públicamente por medio del futbol. Los trabajos compilados en Offside/Fuera de lugar. Futbol y migraciones en el mundo contemporáneo sugieren en más de un sentido que la práctica del futbol, con las estructuras que promueve y sostiene, ha jugado un papel fundamental como condensador de energías simbólicas, identitarias y existenciales entre distintos grupos de emigrantes/inmigrantes tanto en la cancha como al interior de los clubes, en las gradas, los barrios o comunidades de las y los aficionados. Si el siglo XX fue el siglo de las migraciones humanas, no es menos cierto que también lo fue de los deportes y del futbol, entre otros atributos. Y en la primera década del siglo XXI asistimos a la reafirmación de los nexos entre futbol y migración.