Peregrinar siempre constituirá un misterio. Las peregrinaciones se componen de episodios, tramas y significaciones tan sorprendentes y paradójicas que desarman intelectual y emocionalmente a sus observadores. De este modo, el panorama que en la actualidad nos ofrecen estos viajes rituales se sitúan frente a un horizonte inmenso por investigar. A lo anterior se debe la imposibilidad de circunscribir a una teoría o a un concepto filosófico previo el conjunto de las investigaciones aquí expuestas.
La visión del norte que defendemos en este texto no es limitada ni estable; por el contrario es porosa, permeable y difusa, se configura a partir de la movilidad, las relaciones, el contacto y el intercambio entre los devotos involucrados; de esta manera, no existe un norte, sino varios “nortes”, que no sólo pueden definirse por el santuario o las regiones focos de peregrinación, sino también por las comunidades de origen de los peregrinos y por el contacto e intercambio milenarios que se reproducen de forma constante hasta hoy en día y que escapan a las fronteras político-administrativas actuales. Las peregrinaciones del norte de México no responden necesariamente a los mismos referentes que los santuarios mesoamericanos: el uso y concepción del tiempo y el turismo—, la noción de desierto son algunos de los conceptos que distinguen a las peregrinaciones norteñas.